EL GATO Y SU RECETA SECRETA
Érase una
vez un gato callejero que sobrevivía con lo que encontraba en la basura.
Se llamaba Oán y vivía con su abuelo gato Uan.
Una tarde Uan llamó a su nieto:
- Oán, ven para acá que quiero
transmitirte el secreto de nuestra familia. Desde siempre ésta ha sido una
auténtica ruina. Y si no estamos peor es gracias a un tatarabuelo mío que
inventó una receta secreta.
Él se fijó
en que casi todo el mundo durante el verano duerme con la ventana abierta. Así
que un gato puede entrar en las casas y sin hacer ruido buscar la habitación
que tiene una gran caja blanca. Si abres la caja blanca encontrarás comida.
Entonces coges toda la que te guste y te la llevas. De esta manera no pasarás
más hambre.
Cuando se
acabe el verano procura recoger toda la comida que puedas para pasar el
invierno aunque tengas que ir a muchas casas y trabajar el doble.
Yo así lo
he hecho durante muchos años, desde que era joven como tú. Ahora te toca a ti
hacer lo mismo.
Quiero que
cuando te hagas mayor, como yo, le digas el secreto a tu hijo y que este se lo
diga al suyo. Bueno, tú ya me entiendes, de generación en generación. Porque si
no nos ayudamos los de la misma familia nadie nos va a ayudar siendo unos
pobres gatos callejeros.
Si te gusta escribir y deseas ver tu cuento publicado en el blog de la Biblioteca, se lo das a tu maestro/a para que lo mande por correo a
clasedetercerob@gmail.com
Ilustración Amandine Piu
MI BARRIO
En el
barrio donde yo vivo viven otras muchas personas pero nunca se oye nada. Parece que
aquí sólo vivan fantasmas.
Cuando
salgo de casa no encuentro a nadie, apenas algunos vecinos que pasean
silenciosos a sus perros.
Curiosamente cuando llueve veo salir a muchas personas. Imagino que es
porque quieren ir a coger caracoles.
Entonces yo
no salgo porque a mí no me gustan los caracoles para comer.
Anaïs 4º B
EL RÍO
Antes de
venir a vivir aquí, yo vivía en un pueblo llamado Valencia de Alcántara, en Extremadura.
Habitábamos una casa muy grande situada al lado de un río.
Siempre se
oía el sonido del río, que yo no me cansaba de escuchar.
A mí me
divertía vivir allí porque muchas veces iba al río y veía las ovejas que
pasaban por aquel lugar...
Para
cruzarlo necesitaba la ayuda de mi madre pues las orillas estaban llenas de
plantas y algunas tenían pinchos.
Al otro
lado del río iba a ver a un caballo que tenían allí.
Y había un camino
por donde me gustaba pasear que era muy bonito y muy, muy estrecho por donde
era difícil pasar ya que a un lado tenía el agua y al otro los pinchos.
En aquella
casa, al lado del río, me lo pase muy, muy bien, pero que muy bien.
MI ABUELA
Cuando yo
tenía 8 años nació mi prima, sin esperármelo.
Mi abuela
Benita entonces tenía ochenta y cuatro años.
Pasó casi
un año y llegó la Navidad. El día de Reyes Magos me regalaron muchas cosas pero
lo que más me gustó fueron los veinte euros que me regaló ella.
Este mismo
mes de enero (2013) la llevaron al hospital porque estaba muy enferma.
El viernes,
veintisiete creo, mi madre me dijo:
-Tengo una mala noticia que darte. Se ha muerto tu
abuela.
Yo estuve
llorando toda la tarde. Entonces me dijo que en realidad se había muerto el
martes pero que no quiso decírmelo antes para que no estuviera llorando en el
colegio.
Aunque me
siento muy mal comprendo que se tenía que morir porque estaba muy malita. Y
aunque ya no pueda verla siempre estará en mi corazón.
MI CASA Y LAS MASCOTAS
Por mi casa
han pasado todo tipo de animales, como ranas, hámsteres, cobayas, tortugas de
agua y tierra, tritones, un hurón, un perro…
En este
momento Hidra es nuestra última mascota, una serpiente pitón que pertenece a mi
hermano. Lo malo de esta mascota es que hay que suministrarle ratones vivos
para comer. Por suerte sólo hay que darle uno cada mes en invierno y uno cada
quince días en verano. Hidra es una serpiente de once meses, de colores negro y
amarillo.
Con tantas
mascotas hemos aprendido que los animales exigen mucha dedicación: lavarlos,
limpiar su hábitat… y gastos como el
veterinario y la comida.
Después de
hablarlo en familia hemos decidido no tener más mascotas por ahora. Cuando mi
hermano y yo seamos más mayores nos lo volveremos a pensar.
BÁRBARA 4º A
LAURA Y EL PERRITO
Érase una
vez un perrito que había sido abandonado por su malvado dueño. El pobre
animalito llevaba perdido varios días en la calle cuando Laura lo encontró.
-¡Ay qué perrito más lindo! ¿Quién te ha dejado
aquí?
Laura
observó que tenía una patita lastimada así que lo cogió en brazos con mucho
cuidado y se lo llevó.
Al llegar a
casa le dijo a su mamá:
-¡Mamá, mira que perrito más mono he encontrado!
-¿Dónde estaba? –preguntó la mama.
-En el contenedor de la basura –contestó la niña-.
¿Nos lo podemos quedar?
-Sí, pero debemos llevarlo primero al veterinario.
Madre e
hija acudieron rápidamente a la clínica veterinaria con el perrito. La
veterinaria les dijo que se lo dejaran dos días para curarle la pata.
Cuando
pasaron los dos días fueron a recogerlo y lo encontraron curado y lavado.
Parecía el perro de un rico. Laura se quedó con la boca abierta.
Lo llevaron
a casa y el perro se veía feliz. Laura nunca se separó de él. Parecía que se
conocieran de toda la vida.
VALLE
4º B